sábado, 18 de febrero de 2012

VERSOS A HIERRO Y FUEGO - CRISTÓBAL GARCÍA DEL ROSARIO

La tradición escultórica en el seno de la “Escuela Luján Pérez” (ELP), ha estado presente desde sus mismos orígenes, cuando se eligió el nombre del gran imaginero canario para tenerlo como modelo y “maestro” a imitar, no en cuanto a su estilo artístico, sino en la actitud hacia el arte y su función, así como los recursos pedagógicos utilizados, a fin de procurar que cada alumno viese reflejada su “mismidad” en la obra salida de sus manos, desde la intuición, el autodidactismo y el reflejo del universo donde respira. Cuando se funda la ELP en 1917, la escultura española, muy apegada a la tradición clásica, comenzaba a perder su condición figurativa para, siguiendo el camino de la pintura, presentarse hoy, a los cien años de iniciarse aquella “autodestrucción”, como una revolución estética a la altura de las grandes transformaciones habidas en los campos científicos, sociales y económicos, por el despliegue de nuevas formas y estilos, el uso de materiales innovadores y una diferente relación intelectual entre el artista y la obra concebida. Recordemos solo a tres representantes, históricos ya y vinculados a la ELP, que justifican su contribución para liberar el Arte escultórico de la tradición realista de la estatua: Eduardo Gregorio, Pancho Lasso y Plácido Fleitas, quienes trabajaron en los campos del surrealismo, el estilo orgánico derivado del cubismo, el expresionismo o la abstracción no figurativa, sin abandonar del todo, el carácter clásico de sus más inmediatos predecesores con rango de “grandes creadores”: Julio González, Constantín Brancusi o Pablo Gargallo. En “Versos a hierro y fuego”, el actual Director de la ELP, Orlando Hernández, nos acerca al “genio creador” que siempre dormita en el artista, para ofrecernos el fruto de su inspiración en un repertorio poético y musical donde los sones emanan del yunque y de la fragua, del martillo en la forja, que es labor de oficio recio y preciso, como ha sido siempre extraer de la naturaleza los secretos ignorados que enriquecen las culturas y manifiesta la superioridad del ser humano, donde anida la espiritualidad gobernada por la inteligencia, el talento y la habilidad, sobre el imperio de la vulgaridad y la deshumanización de quienes desprecian o minusvaloran el progreso de las ciencias y las artes. Las formas que adopta el hierro forjado en esta muestra que se expone en el “Club la Provincia”, sugieren la estampa que ofrece una sociedad donde predomina el movimiento sobre la estabilidad, al tiempo que la energía, protagonista pionera de la actual civilización, deja sus huellas en las figuras semiesféricas, a las que se aferran como nervios tensionados, “sogas” de hierro cargadas de expresiva desesperación, oquedades que hablan de ausencias en los espacios vacíos, generándose ritmos estéticos con la invención de formas, que emparentan con las vigorosas imaginaciones de los vascos Chillida y Oteiza, con franca vocación de ser insertadas en espacios naturales abiertos, para la convivencia en sociedad, donde la abstracción y el movimiento aparecen formando parte del paisaje en el que se integra la obra de Arte, como aportación con lenguaje propio que delata la presencia humana, invitando al deleite de la contemplación, por la pureza estética y la sobriedad del material férrico, atesorada en la belleza de la escultura. Cristóbal García del Rosario.

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